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El Clarín
Suplementos, Cultura y Nación
Buenos Aires
Sábado 14 de junio de 2003

translation by Jorge Santiago Perednik of "Dear Mr. Fanelli" from Charles Bernstein's My Way: Speeches and Poems, preceded by a brief introduction by Perednik

CHARLES BERNSTEIN POR JORGE SANTIAGO PEREDNIK. “¿Qué es un poeta-crítico, o un profesor-poeta-crítico? ¿Cuál viene primero y cómo puede uno estar seguro?”, se pregunta Charles Bernstein (Nueva York, 1950) al comienzo de su libro My Way, de donde ha sido extraído el poema Dear Mr. Fanelli. La pregunta no es ociosa: en efecto, Bernestein es un destacado poeta y crítico de literatura norteamericana, profesor de Lengua Inglesa en la Universidad de Pennsylvania y autor de más de veinte poemarios, entre ellos Poetic Justice, Disfrutes y The Sophist, donde fue trabajando con los pequeños cambios de sonido o de disposición tipográfica que permiten los vocablos. Jorge Perednik (Buenos Aires, 1952) es traductor, ensayista y un poeta que se mantiene casi secreto: al mismo tiempo que muy activo, se sustrae sutilmente de la figuración pública. En 1980 fundó la revista Xul y desde 1995 co-dirige con Hugo Savino la revista DERIVA. Publicó entre otros los poemarios Los mil micos (1979), El cuerpo del horror (1981), El shock de los lender (1985), El fin del no (1991) y el reciente El Gran Derrapador, editado por La Bohemia.

Introduction
Pensar, poder, quizá
by Jorge Santiage Perednik.

En 1978, hace un cuarto de siglo, apareció en los EE.UU. el primer número de una revista de poesía, L=A=N=G=U=A=G=E, codirigida por Bruce Andrews y Charles Bernstein, que, con algunas otras publicaciones como This, Roof, A Hundred Posters y Tottel''s, se propuso poner el énfasis en el lenguaje, la forma y las múltiples posibilidades poéticas que el trabajo con ellos y sobre ellos abren a la escritura. La crítica creyó descubrir una nueva tendencia poética, la más importante de fin de siglo, y la llamó Language Poetry (poesía del lenguaje). Sus cultores, sin embargo, se abstuvieron de considerarse una escuela, inscribir sus coincidencias y simpatías dentro de instituciones homogeneizadoras o subordinar sus escritos y búsquedas poéticas a dominios generalizados. No querían que esas elecciones suyas —personales, provisorias— fueran reducidas a un común denominador, luego esencializadas y eventualmente idealizadas o sacralizadas.

Charles Bernstein fue sucesivamente trabajando en su obra con los pequeños cambios de sonido o de disposición tipográfica que permiten los vocablos, las expresiones coloquiales —para invertirlas o alterarlas—, las conexiones entre las palabras y los juegos que ellas permiten, el uso de términos en desuso o el deliberado mal uso de términos usuales, entre otras vías de operar poéticamente.

En el poema "Dear Mr. Fanelli", Bernstein explora las posibilidades de inscribir una carta de reclamo en los versos. Incide en ellos la repetición de tres palabras: pensar, poder —ambos en diversas conjugaciones— y quizá. Con sus presencias o ausencias, de modo positivo o negativo, el pensar como trabajo con los problemas, el poder como voluntad de acción y el quizá como posibilidad de resultados, sitúan el tema del funcionamiento de las burocracias. Charles Bernstein, además de renombrado poeta, es uno de los mejores ensayistas vivos sobre literatura de los EE.UU.

 

Querido Sr. Fanelli:

Vi su foto
en la estación
de la calle 79. Usted decía
estar interesado en
cualquier comentario que
pudiera hacerle sobre
el estado de la
estación. Sr. Fanelli,
hay un montón de
escombros en la estación
de la calle 79 que hacen
desagradable esperar
en ella más de unos
minutos. La estación
podría recibir unas manos
de pintura y quizá
nuevos parlantes que
permitan entender
los anuncios de retrasos
que siempre están
transmitiendo. Sr.
Fanelli––hay un
montón de gente durmiendo
en la estación de la calle 79
y me pone triste
pensar que no tienen
un hogar adonde ir. Sr.
Fanelli, ¿no piensa que
podría encontrarles un lugar
más confortable para que
descansen? El subte es
muy ruidoso, en especial con
todos esos trenes expresos
pasando raudamente cada
pocos minutos, eso cuando los
trenes funcionan.
Debo admitir, Sr. Fanelli, que
pienso que la estación de la calle
79 está en bastante mal estado
y a veces de noche
mientras doy vueltas en mi cama
pienso que el mundo
tampoco hace las cosas
demasiado bien, y me
pregunto que irá
a pasar, hacia dónde
apuntan nuestras cabezas, si
apuntan a algún lado, incluso
si tenemos cabezas. Sr.
Fanelli, ¿no piensa que si
pudiéramos tan sólo empezar
con la estación de la
calle 79 y hacer lo que
pudiéramos con ella
entonces quizá podríamos,
usted sabe, me parece, seguir
avanzando desde allí? Sr.
Fanelli, cuando vi su
foto y el cartel
pidiendo sugerencias
pensé que si
usted realmente quería
llegar a fondo
con lo que está mal,
quizás era mi obligación
escribirle: quizás
usted nunca estuvo en
la estación de la calle 79
porque está muy ocupado
manejando las estaciones
de la calle 72 y la calle 66,
quizá no conoce
los problemas que tenemos
en la 79––me refiero a
la mugre y las frecuentes
demoras y la sensación de
total miseria que
impregna el lugar. Sr.
Fanelli, ¿llegó hasta aquí
en la lectura de la carta
o recibe tantas
cartas todos los días
que no tiene
tiempo para dar a cada
una toda la atención
que exige? ¿O soy
la única persona que
acepta su invitación
a contactarse sólo que
usted no tiene suficiente
experiencia sobre cómo
responder? Lamento
no poder captar su atención
Sr. Fanelli porque realmente
creo que si usted
pide comentarios
debería estar dispuesto
a actuar en consecuencia––aun
si debería es una palabra
demasiado grande para lanzar
en este momento.
Sr. Fanelli
espero que no
piense que soy descortés
si le hago una
pregunta personal.
¿Sale mucho
de la oficina?
¿Va al cine,
prefiere acaso
los deportes––o quizá
noches tranquilas en un
restaurante del barrio?
¿Lee mucho, Sr. Fanelli?
No digo sólo
Gibbons y esas
cosas, sino filosofía––
¿leyó mucho
Hanna Arendt o
prefiere acaso
una perspectiva
más ideológica?
Pienso que si entiendo
cómo se formó, Sr.
Fanelli, podría escribirle
más convincentemente,
más persuasivamente. Sr.
Fanelli, ¿sale
de la ciudad alguna vez––
quiero decir como hasta Bear
Mountain, o hasta
Montauk? Quiero decir ¿se da
cuenta de lo desagradable que
es el aire en la estación de la
calle 79––que podríamos
usar allí algún sistema de
refrigeración o de filtrado
de aire? Sr.
Fanelli, ¿no piensa
que podríamos
encontrarnos y
conversar sobre
estas cosas
personalmente? Hay
algunos otros puntos
que me gustaría examinar
con usted si pudiera
tener la ocasión. Cosas
que me gustaría
contarle pero
sería reticente a
volcar en el papel.
Sr. Fanelli, no me he
estado sintiendo muy bien
últimamente y pensé
que reunirme con usted cara
a cara podría cambiar
mi humor, podría
ponerme en una nueva disposición
de ánimo. ¿Quizá podamos
juntarnos a almorzar?
¿O quizá después del trabajo?
Piénselo, Sr.
Fanelli.

Traducción: Jorge Santiago Perednik